20 julio, 2010

y otra vez es el final


Mi condición de hembra no la puedo negar, mi condición de no poder hacer amigos, con el prejuicio calante del análisis sicosomático de la epidermis. No puedo negar que por las noches me despierto para pensar en lo que hice y en lo que no. Tampoco puedo reprimir la escarcha de mi cuerpo que cada vez quiere hacer un duelo con tu indiferencia. Cíclopes nocturnos que nunca poseyeron identidad, la indeterminación de nuestros besos nos hace desearnos sin ningún prospecto. Tiro mi aliento sulfurante cada vez que te tengo entre mis dedos. Lo siento pero me gusta que la lluvia penetre mi cuerpo sin ninguna explicación. No puedo aclarar las dudas. La condición de fémina me hace necesaria. Pero mi perdida de identidad hace que no me entiendas. Bailamos en un balcón ebrio. Deseosos de no tener un final. Pero después del juicio llegamos y nos perdemos en las atávicas resoluciones de la cotidianeidad. La lujuria es lo mas sano que puedo entregar. Soberana mi elección de tu cuerpo. Tu belleza me hace cuestionar mi profundidad. Ya no puedo ser solo eso. No puedo pretender, soy la niña de los viernes y en mi posición me siento la reina del carnaval. Con mi síndrome de peter pan. Veo como por las noches admiras tu cuerpo sin hacer preludio del mió. El ultimo acto aun no esta escrito. Ya no somos simples peatones, no sabemos cruzar la calle. Para siempre la vereda nos protege. Perdón por hacer ruido cada vez que entro a la habitación popular. No me quieres yo tampoco. No me buscas yo tampoco. En mi condición de mujer, me humillo. Mi madre y mi padre me criaron como un cronopio y me hice religiosa en mi ferviente fe. No puedo transgredir mi condición más allá de mi intención. Te amo. Te odio. Las caídas son parte del hombre. El vomito de mi cerebro te entumece las piernas. Mi favoritismo por los jinetes sin cabeza te propone curiosidad. No puedo decir la verdad. La sangre de mi útero es cada día más desgarradora. Ni siquiera tienes la confianza de creer en mi cuerpo. Más allá de lo que puedo estar acá. Le ladro a los maniquís haciendo toletole donde voy. No tengo la razón. Ya no me queda ni la pasión. No me quedan ni las ganas. Y matas cada vez mis propias ratas. No dejamos que vuele ni los pezones entusiasmados. Ojala encontremos el otro lado de la costumbre. No estamos enamorados. Pero hacemos el amor con virtuosismo. Con la critica en la punta de la cama. Y cada vez que muerdo tu cuerpo es un intento de darte muerte. Pero para que si no sabemos de cuerdas al sentimiento. La única posibilidad de encuentro es saber que no nos amamos, yo de safio el logos tu el ethos te clavo los dientes. Reclamo toda aniquilación de mis intenciones. Que no alcanzan a ser verdad. Te amo cada vez que carezco del amor que dibujo platón. Y cuando digo te amo. Hablo del sentimiento de la no pertenencia. Soy el amor que no consterna, el destino cansado. Las manos sin huella. Las piernas enroscadas. El semen de la indiferencia. El texto insignificante. La cineasta perdida, la cantora de los sentimientos reprimidos. El suicidio de la fe. No me esperes, no lo harás. Escribo desde mi ilusión de condición, hembra por error. Vorágine de escándalos. Frenesí de situaciones. Voy y vengo como tu a mi. Aparecemos cuado reverdece la perdida en nuestras sabanas. Amor carcelario. Odio mis palabras y la cuerda de mi guitarra, mi cámara sin trípode. Vuelvo como virgen del deseo. Alimentando a las hambrunas. Mi rebeldía no alcanza a entusiasmar tu conciencia paradigmática. Los muertos los sigo cargando. Pasan los años y tu cuerpo es el mismo de la infancia. Reímos desde la lejanía entre ojos nos buscamos para volver a pensar que esto no tiene razón ni motivo. Es un secreto para la bravura. Bravucones de la intención. Hemos matado cinco hijos, y dejamos que nos violen los pensamientos. Nos manosean las ganas de ser animal. Y así y así. Otra vez el final. Tengo tanto odio, de tu visión de lo normal. Déjame recriminar todo lo que somos para que así podamos vernos a través de los espejos censurando todo lo que somos. Y así de nuevo es el final. Dame una noche más para amarte en secreto y saber que no somos. somos Dos pibotes sentados en la cuneta tomando el vino que dejamos del último encuentro. Perdóname por ser indecente, aunque no quiero tu perdón. Quiero que rompas la epidermis y dejarla en dermis. Romper el lenguaje. Aprender de nuestra verdad inventada. Así dejamos de asumir que nos creemos. Soy tan voyerista. Así otra vez es el final. Sale del balcón, no siempre hay un plato lleno de hambre servido en tu mesa. Y al final. No me importa nunca me ha importado. Es solo mis ganas de vivir hasta quedarme seca. Sentir un orgasmo como letreros en el camino. Y así y así. De nuevo llego el final. Para convertirse nuevamente en animal.

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